Evaluación de comprensión lectora
Esya es una adolescente de trece años que pertenece al pueblo masái del África oriental. Vive en un lugar llamado Sanya, en Tanzania.
La familia de Esya tiene diez vacas, y algunas cabras, ovejas y burros. La choza familiar está hecha con troncos de madera y el techo es de paja. Su padre cuida los animales, y su madre recoge agua y se ocupa de la casa. Durante las sequías, hay que recorrer cerca de seis kilómetros cada día para recoger agua.
Esya va al colegio con sus hermanos y caminan juntos tres kilómetros hasta llegar allí. Los maestros hablan suajili, la lengua oficial de Tanzania, pero, en su casa y con sus amigos, Esya habla masái, la lengua de su pueblo.
Los masáis usan ropas de colores brillantes que, en su lengua, se llaman “rubekas”. Las mujeres llevan la cabeza rapada y se ponen grandes collares formados por cientos de cuentas de madera pintadas de diferentes colores.
Además, los masáis hacen sus propias sandalias y las llaman “namukas”. En la escuela, Esya usa uniforme, pero, cuando llega a casa, se pone las prendas tradicionales de su pueblo.
LECTURA
En el área de Arte, Julio ha conocido las creaciones artísticas de los antiguos peruanos.
Motivado por este tema, buscó más información en internet y encontró el siguiente texto.
tejido de cuatro estacas en arte
Por Luis Iparraguirre Poco recuerda sobre las tardes interminables en Ocongate cuando,
con la ayuda de sus hermanos y primos, corrían detrás de una oveja que se escapaba de la manada.
Atrás, en los más profundos y desenfocados recuerdos, quedaron esas mañanas en que Avelina Cruz
acariciaba el pelaje de las llamas, antes de arrearlas por las hermosas llanuras de Quispicanchi, Cusco La madrina de Avelina, Glaudiana Turpo, un poco guiada por la tradición familiar y otro poco
guiada por la curiosidad, plantó las típicas cuatro estacas en el piso que son la base para el
tejido tan conocido de Cusco: el tejido de cuatro estacas.
Con solo nueve años, Avelina sintió que por fin había conocido el propósito de su vida:
ser tejedora. Aprendió a hilar, y poco a poco aprendió también a tejer con telar de cintura,
observando ya no solamente a su madrina, sino también a sus tías.
“Al principio tejía para mi uso, utilicé lanas de oveja y también de las alpacas”, cuenta Avelina,
quien recuerda que su primera creación fue una frazada.
“Desde entonces me dediqué a la artesanía textil. Mi madrina empezó a enseñarme algunas
iconografías sencillas, como la flor “pica-pica”, y fui aprendiendo de menos a más, hasta
dominar las principales figuras del arte de la provincia”.
A los 25 años, Avelina se mudó a Sicuani con su hija y, con el tiempo, experimentó una fusión
de las tradiciones textiles de las provincias de Canchis y Quispicanchi, uniendo las iconografías
típicas de Ocongate, como las grandes flores y las lagunas, con los colores más utilizados en
Sicuani, principalmente los matices de rojo.
“El rojo es mi color favorito”, resalta. Sin embargo, se pueden apreciar colores tan
diferentes en sus telas, como el negro, el azul y el blanco.
Las iconografías que Avelina representa en cada tejido forman parte de
su rica cosmovisión del mundo, al parecer, guiada por su pasado en el alejado
pueblo cusqueño de Ocongate.
“No me pareció difícil, pero me ha costado bastante; me preocupaba mi
discapacidad, como tengo un problema con mi mano, me decía: ¡Qué voy a poder
tejer así!, pero mis primas y mi madrina me ayudaron mucho”, afirma con algo de
nostalgia al recordar sus años en el campo. “¿Cómo no vas a aprender?”, me decían
mis primas, “nosotras te vamos a enseñar”.
La artesana tiene dificultades para mover una mano como consecuencia
de un rayo que cayó en su casa cuando era niña. “Mi mano siempre me
incomoda, a diferencia de otras personas, yo avanzo más lento, pero igual termino
el trabajo que empecé”
María Zevallos, coordinadora del proyecto “Mujeres con talento” de ASPEM
(Asociación Solidaridad Países Emergentes), destaca el valor de Avelina para
superar la discapacidad que tiene desde niña y ser toda una maestra artesana.
“Es un ejemplo para las mujeres artesanas porque demuestra que, a pesar de las
dificultades, pudo salir adelante sin importar su discapacidad. Lo importante es
que ella produzca artículos que sean innovadores y usables, porque también está
promoviendo y conservando el patrimonio cultural inmaterial”, afirmó.
Usa telas de alpaca para crear chalinas, chompas y bolsones que vende en ferias
de artesanía junto a su fiel esposo, quien no duda en ayudarla en los quehaceres
manuales que ella está imposibilitada de hacer. Diez años de convivencia, tiempo en
el que ambos se ayudan a vivir.
Recientemente, la artesana ha recibido un reconocimiento de la Comisión de
la Mujer y Familia del Congreso de la República del Perú, en la categoría
“Peruanas que luchan por mantener la cultura viva”, en el marco del Día
Internacional de la Mujer.
Sin embargo, el mayor reconocimiento para esta mujer artesana es incentivarla a
que continúe haciendo lo que mejor sabe hacer y que la llena de felicidad, más allá
de su problema en la mano, como es el tejido de cuatro estacas.
Para ello, ha colocado estos afiches en el local vecinal. Léelos con mucha atención.
Descargar archivo de lectura
https://drive.google.com/file/d/19MIPkuetN-P2dfD72B5eu4fqPODHFXPa/view?usp=sharing
EVALUACION DE LECTURA
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