miércoles, 25 de mayo de 2016

SISTEMATIZAMOS INFORMACIÓN SOBRE LA COLUMNA PERIODÍSTICA

Los estudiantes leen la columna de JaymeBayly de la página 50 del texto Comunicación 3. TEXTO 1 CLAROSOCUROS POR JAIME BAYLY Cuando era niño, mi madre solía decirme: En los cuadros más lindos hay luces y hay sombras y para apreciar las luces tienes que saber apreciar las sombras. Cuando era niño, solo quería estar al lado de mi madre y nos unía un amor infinito, un amor más grande que el mar. Recuerdo que cuando me dejó a solas el primer día de clases en el colegio, no podía alejarme de ella, no podía dejar de llorar. Y sobre todo recuerdo que cuando solía quejarme por los desencuentros y las asperezas que solía tener con mi padre, ella era muy noble y jamás hablaba mal de mi padre y repetía algo que entonces me resultaba irritante, pero que ahora vuelve a mí como un eco cargado de sabiduría: Tienes que aprender a querer a tu papi, porque si no aprendes a quererlo, nunca vas a querer a nadie. Cuánta razón tenía mi madre. Estos días he pasado por algunos túneles de los cuales, al salir, al reencontrarme con el fulgor de la luz, he sabido agradecer que aún puedo ver, que todavía sale el sol, he podido apreciar el resplandor de las luces porque me había hundido antes en las tinieblas, he podido disfrutar de la magia del arco-iris porque había sido eclipsado por la sombra pasajera de una nube. Todo en la vida (las relaciones humanas, las obras de arte, los grandes emprendimientos) parece estar marcado por luces y sombras y es un viaje impredecible por zonas de claroscuros. No todo puede brillar, relucir. Es preciso conocer la oscuridad más descorazonadora para admirar la luminosidad que nos devuelve la fe en la vida, es preciso estar avisados de que el viaje no estará exento de placeres, pero tampoco de accidentes, pesares y sufrimientos, y que no conviene quejarse por éstos ni suponer que aquéllos serán todo lo perdurables que quisiéramos. De la misma manera que no siempre recorremos dos puntos por el camino más corto, a veces es inevitable extraviarnos en los laberintos del amor y las pasiones para, en medio de la desesperación y la rabia por sabernos perdidos, de pronto encontrar la salida, ver la luz al final del túnel. Tal vez no seríamos capaces de apreciar y atesorar la nobleza de una persona si no hubiéramos conocido y padecido la vileza de otra. Gracias a mi madre, he comprendido que los profesionales de la crueldad nos educan a distinguir a los que cultivan la amistad y el amor. Gracias a ella, he aprendido que la traición de los innobles nos permite reconocer a quienes nos serán leales. Gracias a ella, ahora sé distinguir mejor a los que me quieren bien de los que me quieren mal. Por respeto a mi madre y a la memoria de mi padre, por respeto a las mujeres que he amado y sigo amando (aunque ellas por ahora prefieran el silencio, pero yo siempre estaré esperándolas con los brazos abiertos), por respeto a Silvia y al bebé que si Dios quiere nacerá en pocos meses, no debo odiar a nadie, no debo quejarme por el odio o la maldad de nadie, debo entender que esas sombras tal vez me ayudarán a distinguir mejor las luces que guíen mi camino. Debo dar gracias a quien corresponda por las cosas buenas que me han sido dadas (comenzando por el amor de mi madre y terminando por el milagro de una vida que está por llegar) y debo dar gracias también a las cosas que el azar ha querido poner como escollos en mi camino, para que aprenda a caerme, a levantarme y a sortear aquellos obstáculos que me tumbaron, pero que no me dejarán tirado en el suelo, lamentando mi suerte contrariada. No: si algo me enseñó mi madre, que fue una gran amazona, una campeona de saltos ecuestres, es que no debes tenerles miedo a las vallas más elevadas y debes seguir saltando hasta traspasarlas. Debes entender que la vida es un recorrido accidentado por un número de obstáculos cada vez más peligrosos, que, si eres valiente, aprenderás a ir sorteando sin perder el aplomo y la sonrisa. Tengo la suerte de ir saltando vallas con mi madre al lado como instructora, y la verdad es que si no fuera por ella, creo que ya no me levantaría más y me rendiría. Pero gracias a ella, encuentro fuerzas para no desmayar, para aprender del dolor y el sufrimiento y para reconocer que en la experiencia humana, como en toda obra de arte, hay luces y hay sombras, hay desgarros y éxtasis, hay dolores y goces, hay un perpetuo viaje por los claroscuros de la vida.
TEXTO 2 COLUMNA Mentiras El aspecto romántico del mentiroso se esfuma cuando lo trasladamos a la vida real ELVIRA LINDO 15 FEB 2012 - 00:01 CET El mentiroso o el impostor siempre me provocan un sonrojo que deriva en piedad. Como personaje ha sido uno de los más frecuentados por la ficción. Chejov llenó la suya de mentirosos, de hombres embusteros que no se atrevían a enfrentarse a la vida con la verdad por delante y terminaban engañando a la mujer, a la amante y a sí mismos. Ya no digamos el catálogo de mentirosos que abundan en el universo simenoniano. Embusteros compulsivos que necesitan creerse su mentira para que no les coma la ansiedad. El retorcido Tom Ripley, de Patricia Highsmith, construye su existencia a partir de una mentira de juventud, y, a partir de ahí, cambia de personalidad según le conviene y elimina a quien no esté dispuesto a entrar en su juego. En ese gran libro que es El adversario, Emmanuel Carrére cuenta la vida de un hombre que, temiendo que su familia descubra la ficción que ha mantenido durante años, acaba con ellos antes de que puedan enterarse de que todo ha sido una farsa. El cine francés convirtió la historia en película, en España se hizo la interesante Vida de nadie, y el americano Spielberg rodó con la historia real de otro mentiroso su magistral Atrápame si puedes, en la que el impostor tiene tanto arte falsificando vidas y cheques que se reinserta prestando su astucia al FBI. Estas historias provocan en el espectador o lector una reacción interesante que consiste en empatizar con el mentiroso hasta el punto de justificar cualquier tropelía con tal de que el héroe se salga con la suya. Pero esa simpatía no es extensiva a la vida real. El aspecto romántico del mentiroso se esfuma. Y aunque humanamente podamos entender que un complejo no resuelto lleve a alguien a afirmar que es médico cuando no lo es, las leyes de lo real no nos permiten aceptar que siga en su cargo alguien que cree necesario mentir sobre sus méritos.
Luego de leer atentamente y de anotar en su cuaderno el título del blog. Los alumnos contestan las siguientes preguntas: - ¿Qué es una columna periodística? - ¿Cuáles serán sus características? a partir de las lecturas realizadas - ¿Qué indicios del texto reflejan esas características? Los estudiantes escriben sus ideas y el docente consolida la información. Toma como referencia la página 51 del texto Comunicación 3 Revisan
http://es.slideshare.net/periodistamayor3/cmo-se-escribe-una-columna-de-opinin Preguntas de metacognición ¿cuáles son las características de la columna periodística? ¿cómo las podemos identificar? ¿Sobre qué necesitamos más información? ¿Cómo nos ayuda lo aprendido para alcanzar los propósitos de la unidad?

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