Una raza más agresiva de monos expulsó de los árboles a otra
raza más pacífica y conformista. La Tribu vencida se exilió de la arboleda y
fue a instalarse en la llana tierra. Pero allí el pastizal era alto y tupido, y
para verse unos a otros y para observar el peligro, los monos derrotados
tuvieron que aprender a andar erguidos, sobre dos patas. Y fue así que sin
proponérselo, los conquistadores de los árboles, partiendo del pariente más
infeliz, inventaron al Hombre, que se vengaría conquistando al Mundo.
El patito feo, después de tanto sufrir, se miró en el espejo
de las aguas y se vio convertido en un bello cisne. El hijo del granjero
gritaba alborozado que tenían el más hermoso cisne de los contornos. Orgulloso,
el expatito feo pensó que sus problemas terminaban. Pero no era así, pues vino
el granjero, lo miró ceñudo, murmuró que los cisnes no se comen, y lo echó a
patadas del estanque.
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